Por primera vez en mucho tiempo, al otro lado del paso de Öncüpinar, no se extiende la guerra sino el futuro. Un futuro lleno de interrogantes, sí, pero también de reencuentros y esperanzas. Es el paso fronterizo por el que cientos de miles de sirios huyeron de su país, de los bombardeos rusos, de la represión del régimen, buscando refugio en Turquía. Y en el que ahora hombres, mujeres y niños, cargando sacos de rafia, maletas, bolsas, se agolpan para hacer el camino inverso: regresar a una Siria sin Bachar el Asad.
